Capítulo 6: Rumbo al la primer exportación

Por Santi Mallorquí, CEO de Organic Cotton Colours.

Enero de 2015 fue el primer año en que obtuvimos fibra de algodón de nuestra propia red de agricultores en cantidad suficiente como para realizar la exportación y el hilado en Barcelona. Fue un proceso complejo, ya que teníamos grupos de agricultores distribuidos en 3 estados: Piauí, Paraíba y Pernambuco, con distintas comunidades en el mismo estado y un total de 150 agricultores en conjunto.

La planificación adecuada del transporte era fundamental para optimizar los costes, aunque en ese momento, nuestra prioridad era gestionarlo en tan solo doce días, el tiempo que estaría en Brasil. Quería regresar con la certeza de que todo se había resuelto correctamente.

Teníamos el algodón en un almacén cuya gran puerta de acceso había sido tapiada, y no había forma física de sacar las balas a menos que derribáramos una pared. Este fue solo el comienzo de una serie de desafíos que tuvimos que sortear con mucha ilusión.

Las balas pesan 70 kg y son difíciles de manejar. Su volumen no permite recorrer 60 metros a pie hasta el camión. Tuvimos que pedir prestado un carrito de carga en un supermercado para sacar esas balas con cierta dignidad y contratar a un grupo de jóvenes para manipular el material y cargarlo en el transporte que lo llevaría al puerto, donde se podría manipular con carretillas debidamente.

El siguiente desafío fue emitir todas las facturas correctamente para poder contratar el transporte en camión, la carga en el contenedor y el despacho en los plazos establecidos desde el Puerto de Suape, Pernambuco. Estuvimos cuatro días encerrados en una oficina. Cada dos horas surgía un nuevo obstáculo que modificaba nuestra agenda planeada, momentos de nervios y desesperación. En la siguiente foto veréis el recorrido legal de las notas fiscales que se deben emitir para hacer una correcta exportación. Los requisitos legales necesarios no son fáciles de obtener, y hay que contratar a una empresa especializada para que haga un plan (como el de la foto) y así evitar sorpresas como las que encontramos la primera vez.

Recuerdo especialmente a Gilceu, un conductor autónomo con camión propio contratado por la empresa transportista para llevar el último material que nos quedaba hasta la cooperativa del puerto. A las siete de la tarde, cuando conseguimos tener el camión bien cargado, la empresa transportista canceló su contrato por teléfono. Oímos gritar furioso a Gilceu. Nos contó lo que sucedía y muy a su pesar, tuvimos que vaciar toda la carga y contratar otra empresa.

Aunque el camión era de un familiar suyo, necesitábamos que una empresa transportista lo contratara para hacer el servicio. Una vez más, con mucha fe y tirando de algún que otro hilo, conseguimos que una empresa local accediera a contratar un transporte ajeno a su flota.

Una vez que todo el algodón estaba en el puerto franco, donde se realizaba la carga del contenedor, tuvimos varios problemas de documentación que retrasaron la salida. El resultado fue que tuvimos que dividir la carga total en 3 contenedores que se cargaron en días distintos. Aun así, viajaron en el mismo buque, pero al no conseguir hacer un agrupamiento, los costes de transporte se incrementaron considerablemente.

Sin duda, aprendimos de esta «primera vez», y me gustaría destacar la inestimable ayuda recibida de Maysa Gadhela en esta primera exportación del proyecto OCCGuarantee Brasil.

Después de los acontecimientos de los últimos días, vimos que era primordial tener una sociedad filial propia registrada en Brasil y comenzamos los trámites para su creación. Si esta filial pudiera hacer la exportación, se simplificarían los procesos de documentación y no dependeríamos de una sociedad ajena para cualquier contratación que precisáramos en el país.

Inicialmente, este proceso debía estar resuelto en 6 meses, o eso es lo que nos aseguró la empresa contratada para llevarlo a cabo… No voy a relatar la crónica de sucesos para su creación ¡porque me pongo de los nervios! Finalmente, en mi viaje  dejunio de 2017, ya teníamos la sociedad debidamente registrada y legal para operar en Brasil.

Otro cabo suelto era la incorporación de la variedad «Mocó» para todo el algodón blanco que estamos cultivando. Insistí desde un inicio en este proyecto, y aunque tardó más de lo imaginado, ya es una realidad.

Esta variedad, que pertenece a la familia del «gossypium arboreum», necesita menos agua para su crecimiento; asimismo, la planta produce abundantemente durante cinco años o incluso más. No hay que replantarla, así que también ahorra en el trabajo que este proceso conlleva, aunque lo más importante es la calidad de la fibra en sí. Contaremos con fibras de 38 mm de longitud que nos proporcionarán hilos más finos y resistentes y, en consecuencia, tejidos de mayor calidad.

Esta variedad es el llamado «oro branco» del nordeste brasileño. Existe un vínculo emocional con todos los agricultores porque hasta los años 80 era el algodón más deseado, símbolo de orgullo norteño, riqueza y estabilidad.

Tristemente, desapareció del mercado a causa de la plaga del «bicudo» identificado por primera vez en Brasil en el año 1983, y desde entonces ganó protagonismo a cada año arrasando multitud de cultivos de algodón hasta hace pocos años, donde se ha podido controlar su expansión con medidas preventivas.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que todos los contratiempos que hemos tenido han sido fundamentales para el desarrollo del proyecto OCCGuarantee. El camino que hemos seguido nos ha dado experiencia en el país. ¡Hoy solo puedo ver con optimismo el futuro! Tenemos un buen equipo de personas que, al igual que yo, están súper motivadas para que este proyecto salga adelante.

Como siempre les digo a los agricultores, lo más importante es que seamos capaces de ofrecer soluciones reales a cuantas más marcas del creciente mercado de la moda sostenible.